Miro el calendario donde antes
miraba
estaciones
y me encuentro la rutina
de los días que
pasan y no dejan nada.
Recorrer días es
recorrer recuerdos
cuando nada los
mueve de ser un número en un papel
de colores
artificiales.
Siempre me
pregunte por qué pintan de rojo las
fiestas,
más alegre es el
azul del mar calmo
y más
esperanzador el verde de los prados.
Se termina la
primavera
y la luz se hace
inmensa presagiando las hogueras
y Quevedo se
hace presente
y Don Quijote
cabalga por el agua su dolencia;
qué son cinco
siglos que no sean cinco días
¿en cuántos días
se resume una vida?
Piensa… piensa…
piensa…
y no intentes
vivir más allá de lo que piensas
pues caerás en
el vacío sin esperanza
que corroe por
inercia terrenal lo que atrapa.
Esta mañana vi llegar el alba
y me pareció tan
igual a casi todos los otros
que me puse a
pensar en el ocaso
en el que van
quedando atrapados mis versos
que sólo son
palabras que sin sentido se encuentran
y no sé en dónde
se encuentran ni para qué quieren encontrarse
si ya no se
dicen nada, más allá del diccionario.
Rumian las vacas
y cantan los gallos
es el amanecer
iluminando un nuevo día
en el desierto
de la soledad.
Amanecer, ocaso…
El crepúsculo que
viene y se va para volver.
Luces de colores
y los colores de las luces
rompiendo grises
sin saber que
los grises son los matices,
infinitesimales matices de los husos
ovillando o
enredando vuelos siderales del cerebro
eludiendo los
agujeros negros
saltando estrella
tras estrella hasta el quásar:
intuido,
anhelado, nunca hallado…
MASL